domingo, 27 de noviembre de 2011

LA PARADOJA

LF: 26mm. f 22. 1/15s.


“Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano… ¿entonces, qué?” Samuel Taylor Coleridge

Nos pasamos la vida buscando una flor como la de Coleridge. Suspiramos por un paraíso esquivo. Tratamos de retener los sueños antes de que se desvanezcan, pero de la otra orilla sólo nos llegan jirones, rescoldos diminutos que se apagan dejándonos huérfanos, solos ante la materia. "Nada nace de la nada, nada vuelve a la nada", nos dejó escrito Lucrecio. La tentación del vacío es brutal, desgarradora, inconcebiblemente atractiva. Un camino a la perdición que recorren los personajes de Lars Von Trier en “Antichrist”. Dolor, desolación, espanto. Naturaleza sin alma. La nada absoluta. Pero, ¿y si no todo es materia caduca? ¿Y si hay esperanza más allá de un logaritmo, de un teorema, de una fórmula química?... ¿Y si al despertar encontráramos la flor soñada en nuestra mano? Coleridge es un romántico y nos embauca con su paradoja. Porque sabemos que no habrá flor en nuestra mano nunca, que no hay certezas, sólo señales. Indicios de Dios. Cambio la cita del poeta: si vieras a tu hijo correr con una flor en la mano, lleno de vida, y algo se despierta en ti y te colma de un amor inmenso, infinito, entonces… ¿qué más necesito para creer?

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