martes, 6 de diciembre de 2011

LÍMITES

LF: 26mm. f 9. 1/50s.


“El hombre, alma armoniosa hecha de muchas almas, cuya naturaleza es su control divino, donde las cosas fluyen hacia todo, cual los ríos al mar”. Prometeo liberado. Percy Bysshe Shelley

Esta imagen lo resume todo. Los límites de lo que somos, los límites de lo que deseamos. Límites. Más allá del truncado reflejo que nos devuelve el espejo, tierra ignota. Lo que somos y nuestro objeto de deseo se pierden fuera de un esquema, de una sinopsis. La realidad nos demuestra que somos incapaces de completar una imagen verdadera de nosotros mismos. Abrazamos la ciencia para tratar de enfocar el espejo, darle mayor nitidez, ampliar su marco. Pero si cruzamos la frontera, nada. La ciencia es un sueño de la razón que destila en los hombres sentimientos de euforia. Los griegos lo llamaban pecado de hybris. Nos creemos capaces de completar la imagen a capricho, tunearnos, ser los creativos de nuestro diseño final, y en esa tarea nos empeñamos para descubrir al cabo que los viejos rockeros también mueren, que las divas se mustian, que el Shangri-La no aparece en los mapas. Así, ensoberbecidos por una suerte de cetro virtual de autogobierno, transcurre nuestra existencia, pura mascarada. La mayor parte de los problemas humanos provienen de esta impostura, el germen de la neurosis. Cuán fácil sería aceptar que somos el fragmento de una idea divina que nos da sentido. Sólo eso. Y nada menos que eso. Claro que tal aceptación supondría dar por válida esta imagen quebrada, reconocernos insignificantes, despojarnos del ridículo disfraz de dioses. ¿Va nuestro orgullo a dar por buena esta fotografía?

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