domingo, 18 de diciembre de 2011

COMO LOS HIJOS DE LA MAR

LF: 55mm. f 5,6. 1/13s.

"Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo, ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar". Antonio Machado

Hay una simpática escena en la película "¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?", de Billy Wilder, en la que un funcionario del depósito de cadáveres lleva todo lo indispensable para tramitar los decesos en su propia chaqueta: formularios, tampones, esponja para pegar, sellos, etc. Me atrevo a decir que, en cierta manera menos extravagante,  deberíamos imitarle, llevar lo justo, clausurar los trasteros por imperativo vital. Nuestro tren, sea o no de cercanías, tiene un trayecto limitado. En la última estación habremos de apearnos sin remedio. Fin del viaje. ¿Qué hacer con esos engorrosos fardos de cosas inútiles? Observo a la señora de la gabardina gris y me pregunto si habrá sopesado con detenimiento su equipaje. Tal vez, si lo hubiese meditado un instante, no habría incluido en la maleta esas cuissardes negras de piel de cocodrilo que no va a ponerse jamás, que de hecho ni siquiera ha estrenado porque se siente ridículamente joven con ellas. ¿Qué decir del señor de la gorra blanca? Parece un tipo sencillo, pero intuyo que las costuras de su maleta están a punto de reventar por culpa de un exagerado apego a los jerseys voluminosos que le realzan el tórax. La otra señora, la del gabán oscuro, acarrea un trolley beige con las tres últimas novelas de Danielle Steel. Hace tiempo que se le atragantaron, pero ahí las lleva, ocupando media maleta, por si acaso... En la última estación no admiten botas altas, ni jerseys, ni literatura. Mucho más que todo este empeño estéril en conservar, importa lo que dejaremos suspendido en el aire, los iones de nuestra atmósfera personal, todo aquello que no ocupa espacio físico visible pero hemos sabido insuflar, bien hondo, bajo la epidermis, a los que nos seguirán en la singladura. Esas pequeñas cosas que hacen sólido el sendero de la vida.

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