viernes, 23 de marzo de 2012

EL TIOVIVO

LF: 34mm. f 5,6. 1/160s. 
"Ésta es, pues, la fe en que descanso, de la que saco mi fuerza en la esperanza. Anclado en ella con seguridad, no temo el ladrido de Escila ni de la ramera Caribdis. Ni temo los terribles cantos de muerte de las sirenas. La tormenta puede surgir, pero yo estoy firme, y aunque los vientos soplen no me moverán. Pues la roca de mi fundamento se mantiene firme". Conócete a ti mismo. Pedro Abelardo

La vida tiene un cierto aire de tiovivo. No has comenzado a moverte en ella y ya estás envuelto en una atmósfera de personajes de lo más pintorescos y coloristas; subes, bajas, vuelves a subir, vuelves a caer; cuando crees llevar un buen trecho avanzado reparas en que te encuentras en el mismo lugar de partida; y así, entre giros, sirenas y traqueteo, se agota tu tiempo y te toca apearte. Si no te pertrechaste de biodramina, puede que hasta ansíes finiquitar el trayecto. Hay almas que no esperan siquiera la señal y se arrojan al vacío incapaces de soportar una vuelta más del estridente carrusel. Otras, más aguerridas, se quedan aferradas a la barra del caballito con expresión chispeante, de querubín de friso, a la espera de una gracia que no llegará. Lo fascinante del tiovivo es que mientras giras y giras a toda velocidad te resulta imposible retener imágenes, interpretar el entorno, escuchar las voces, comprender los gestos y las señales de cuanto te rodea. El ruido ensordece. Vueltas y más vueltas. Arriba. Abajo. Arriba. Abajo. No hay suelo firme, ni puntos cardinales claros, ni un sólo referente al que aferrarte y sobre el que poder cimentar un tímido esbozo de confianza. Todo es un emborronado jeroglífico, un tour en zancos por los grabados de Escher, un navegar por las fábulas improbables de Carroll. Te venderán entonces que es un artilugio seguro, que está bien construido por hombres de ciencia que saben hacer su trabajo, que te dejes llevar y confíes... ¿En quién? ¿En hombres como yo, imperfectos, desleales, inseguros, mezquinos y temerosos? ¿En sus artilugios infernales? No, gracias. Prefiero elevar la vista a un Cielo que no se mueve, imperturbable, sereno y fiel. El ruido se desvanece. Comprendes. Y entonces viajas confiado, ajeno al carnaval, disfrutando de la brisa y de las luminarias de las atracciones, seguro de las coordenadas que marca el firmamento.

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